LOS DUENDES Y LAS IGUANAS

La Poza, pertenece al municipio de Sinaloa de Leyva, vecino de rancherías como el Mezquite y el Coyote y de estación Capomas-parada del Ferrocarril-.Desde cuando está registrada en el mapa Sinaloense, no lo sé, pero son solo tres casas, unos almacenes para paja y un gran corral con su noria. Todas las tierras cultivables aledañas eran en los tiempos en que viví ahí, tierras temporaleras , parece ser que ahora son de riego .Además había una gran extensión virgen , con mautos altísimos , pitayas, guinolos y todo tipo de vegetación que hacía del área una selva intrincada , donde se cruzaban veredas hechas por el caminar de ganado que se pastoreaba en la región .Este selva umbría estaba separada de la Poza por el camino Real que va desde los Mazates hasta estación Capomas y era transitada por los vaqueros en sus cuacos y en algunas ocasiones por las trocas de los propietarios de predios en la zona.
Ese año me fui a sembrar con mi padrino Fernando Valdez, dueño de los terrenos y casas de la Poza. Tenía dos trabajadores más con su familia radicando en el lugar. Pedro “coruco” originario del Tule pero radicando durante muchos años en las Higueras, era uno de los más viejos trabajadores, estaba ahí con su esposa dos hijos y tres nietos, estos últimos de mi edad y con los que yo convivía mas en aquel aislado paraje. Después de las largas jornadas cultivando el campo, los nietos de Pedro y yo nos internábamos entre el mautal a cazar conejos con resortera, en una ocasión miramos una iguana de gran tamaño, entrar al tronco de uno de los más viejos arboles y lo comentamos a los mayores en la casa, quienes se emocionaron y nos pidieron que cazáramos iguanas que eran de carne más rica que los conejos y mas nutritiva. Yo nomas en pensar que comería iguana se me revolvía el estomago, pensé que nunca me conseguirían probar un guiso de iguana, sin embargo cae más pronto un hablador que un cojo y un día me dieron caldo de pollo con papas, lo comí con agrado ,como siempre, y cuando lo termine me dice la Chuy –que crees..?- lo que comiste era iguana. No lo podía creer, aquel guiso tan rico, aquella carne tan blanda y blanca era iguana. No me sentí mal sino al contrario pensé que habiendo tantas y tan cerca era menester que cazáramos más para comer todos. Así que una tarde nos juntamos Luis el Willis y yo, amolamos bien una hacha nos embolsamos nuestros tiradores y salimos decididos a sacar iguanas. Nos internamos entre las breñas bajo los altos arboles, una fina llovizna empezaba a enfriar la tarde, pero no hacia mella en nuestras ansias de sacar iguanas. Nos fuimos metiendo al monte revisando los troncos mas sospechosos de que tuvieran en su seno un buen ejemplar –pues como dice el “Cañero” Juan Manuel Gallardo es muy conocido el palo que tiene iguana pues tiene el hoyo lison-. La cosecha fue abundante, en menos de una hora logramos sacar más de 10 iguanas de buen tamaño, habíamos sacado mas pero liberábamos las pequeñas o flacas. Con un liacho de animales en ristre iniciamos el regreso a casa, los tres en fila india capeándonos los brazos espinosos de cibiris y nopales, nos ajilamos hacia las casas. La lluvia había arreciado un poquito, aunque no nos mojaba pues nos protegía la bóveda verde que formaban los arboles, si oíamos el rítmico golpeteo de las gotas en las hojas allá en las alturas. Platicando de nuestra gran recolección de iguanas y de las diferentes formas en que serian cocinadas, caminamos un buen rato. Seguimos nuestro andar y después de una media hora de caminar, nos dice el más pequeño de todos –Willis-, oigan plebes a mí se me hace que ya hemos pasado como diez veces por aquí. No la friegues le respondí, porque dices eso..?- pues porque cada vez que paso le doy un machetazo al palo este y mira como está marcado ya lleva como diez cortadas. Nos paramos y empezamos a observar detenidamente todo y así era estábamos dando vuelta en circulo desde hacía rato. Nos concentramos y cambiamos de camino y al rato volvimos a donde mismo, y no importaba que vereda agarráramos siempre íbamos a dar al mismo palo que el Willis había hachado. Nos entro temor y quisimos rezar algo, pero ni eso sabíamos. La tarde ya no era tarde era noche entre el ocaso y la sombra de los arboles todo se tornaba oscuro y acrecentaba nuestro temor.de repente oímos unas voces y ruidos , nos pusimos alertas y nos encaminamos hacia el lugar donde se escuchaban las voces , caminamos como unos 15 metros y caímos al camino real, donde nos encontramos al Loco Félix y otros vaqueros que llevaban una vaca recién parida . Los saludamos con mucho gusto y caminamos un ratito junto a ellos , nos preguntan que si para donde íbamos , les dijimos que para la Poza ..jajá pues van bien perdidos dice el loco porque van rumbo a los Capomos la poza queda para atrás.. .No se me olvidara nunca esa desorientada que nos dimos los tres plebes ya llegando a las casas nos dijeron que eran los duendes los que nos habían perdido.