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Minatitleco
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jueves, 5 de noviembre de 2009
MARMOL MAZATLAN SINALOA-RECUERDOS-
Mármol Mazatlán Sinaloa, me dejo lleno de recuerdos. Amigos inolvidables de quienes no he sabido nada, solo que siguen siendo parte de un pasado bello en un pueblo, más bello aun, del solar Sinaloense.
Al jefe de la Estación Ferrocarrilera de mármol le llamábamos “El General”, dejo sus mejores días en la pequeña oficina a la orilla de la interminable vía de acero. Era el jefe y coordinaba los trabajos con varios miembros del sindicato ferrocarrilero, que se fajaban duro sin importarles las inclemencias del clima, ellos a cualquier hora estaban listos para destrabar un desaguisado en algún tramo de la vía o para simplemente dar mantenimiento a la misma en el trayecto que les correspondía. El General combinaba su importante trabajo con un entretenimiento. Ir de pesca en las ricas aguas del Pacifico, que bañan las tierras de Mármol formando una de las más limpias y hermosas playas. Para eso tenía un equipo de pesca de primera, además del equipo humano que lo acuerpaba como amigo y como jefe.
Hacer amistad con el General y sus trabajadores, fue lo más fácil del mundo .Personas sencillas, amables y bohemias, en la primer pistiada quedamos como si fuéramos amigos desde siempre. Organizaron una ida a pescar, lo haríamos por la noche para aprovechar que la marea iba a subir. El lugar indicado para tirar el anzuelo, era un sitio muy conocido por mis amigos ferrocarrileros, así que era seguro el éxito, pues además de que en ese sitio había mucha piedra y abundaba el coconaco, era difícil que alguien más fuera por lo inaccesible del mismo, solo que la vía pasaba cerca y el viaje se haría en el motor que usaban para la inspección de la misma. Uno de los escapes, que así se le llama las áreas hechas ex profeso para bajar el motorcito, estaba cerca de ese paradisiaco lugar de pesca.
Andaba yo emocionado, pues sería un reencuentro con un deporte que siempre considere interesante, esa tarde platicamos con el Chachis y Apolonio, les pregunte que llevaría yo y me dijeron que me prestarían piola y anzuelos que tenían en abundancia, que no me preocupara. Se llego la nochecita nos empezamos a reunir frente a la oficina de la estación, el motor estaba listo con sus cuatro asientos,. El General estaba telegrafiando a las diversas estaciones para confirmar salidas de algún tren extra que fuera a pasar fuera del horario. Mientras él estaba en la oficina, nosotros platicábamos de la muerte del “Chuntaro” a quien le cayó en la cementera una pieza metálica de varias toneladas y lo aprisionó contra un pilar vaciándole todas las entrañas que salieron por la ingle, desde pulmón corazón intestinos, lo dejo limpiecito y nosotros –los médicos que estábamos haciendo el servicio social en el poblado-lo arreglamos para el velorio. El Chuntaro era originario de Michoacán y se avecindo en Mármol formando una gran familia, era suegro de Jorge un buen amigo mío con el que pistiaba los fines de semana. Nos saco de nuestras pláticas el General, nos informa que está despejada la vía y hasta las 11 de la noche pasa el tren bala. Esto de los horarios de los trenes nunca me ha gustado porque son muy impuntuales, pero dice el general que no hay riesgo que todo está bien calculado. Subieron sus bolsas de ixtle, y otras imitaciones ixtle pero de nylon, las piolas de diferente grosor enredadas en botes plásticos de cloralex y otras en tablas hechas a propósito. Varios frasquitos de vidrio con tapas de nescafe estaban llenos de anzuelos de diferentes tamaños, llevaban además atarrayas para sacar la carnada, con gran escandalera salimos rumbo al norte por la limpia vía a paso lento el motorcito empezó a agarrar velocidad y nosotros a disfrutar de la noche estrellada. Llegamos a nuestro destino, sacamos entre todos el motorcita al sitio de escape, y caminamos todavía unos doscientos metros con nuestros arreos a cuestas. Había muchos “jejenes” en el trayecto pero cuando pasamos a la playa el viento los corrió y ya no dieron lata, nos armamos con nuestros anzuelos y piolas el Chachis tiro unos tarrayazos en la cola del estero y sacó varios camarones chicones todavía, los echo en un balde con agua y así vivos los empezamos a usar. Teníamos que adentrarnos al agua para tirar los anzuelos, el agua estaba tibia y el oleaje tranquilo, pero había mucha roca que hacia resbaloso el piso y a veces cortaban las lajas filosas. La pesca fue buena, yo para cambiarle agarre un curricán y empecé a tirar más adentro, se predio un pez de buen tamaño pues sentí el jalón muy fuerte, como tenía bastante cuerda le estuve jalando y soltando para que se cansara, como era de noche no miraba bien solo el reflejo ocasional de las olas que espumaban en mis piernas. De repente vi lo que había agarrado una aleta grande se desplazaba rumbo a la orilla, no cabía duda era la aleta de un tiburón, Salí corriendo hacia la arena pero sin soltar el cordel, desde ahí seguir jalando al enorme animal que salió dando coletazos , grite a mis compañeros para mostrarles lo que había sacado , cuando llegaron , me dicen es una gata ..Un tiburón sin dientes…Le dimos p’tras para que se fuera. Antes de las 11 de la noche nos regresamos para no tener problemas con el tren bala que pasaría a esa hora. Subimos al motorcito y cansados pero satisfechos, reiniciamos el camino de regreso. No habíamos caminado un kilometro cuando los amigos ferrocarrileros empezaron a cuchichear entre ellos dejándome por completo fuera de la plática , se empezó a sentir tensión en el motorcito , me alerte , creía que sin razón , pero cuando volteo el general y me dijo : Doctor..Quiero que usted guarde la calma pase lo que pase no se amiede y le diré porque. Resulta que nos informaron mal los de la estación de Mazatlán y soltaron un tren que viene a la Cruz , en estos momentos estamos por llegar a un escape y quiero que guarde la calma , cuando yo le diga usted salte nunca antes no va a pasar nada …El General terminando de hablar y la luz penetrante y poderosa de el faro del tren se deja ver saliendo de una curva como a unos trescientos metros – como a veinte se me hicieron a mi- en eso para el motorcito y escucho el grito del general …¡brínquese doctor! …No me lo dijo dos veces allá fui a dar entre un bledal como a 5 metros de la vía, pero mire como entre los cuatro jalaban unas palancas de entre el motorcito y en vilo lo acomodaban en el escape, al tiempo que el expreso pasaba rugiendo y estremeciendo la tierra donde nos encontrábamos. Todo paso rápido, menos el miedo y el galopar acelerado de mi corazón que estaba seguro hasta allí le llegaba su latir. Bello Mármol.
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2 comentarios:
Hola Doctor Amadeo:
Hace mucho no le escribia, pero nunca he dejado de leer sus estupendos relatos, me encantan, lo mismo que a mi mamá (La Tichita, de las Higueras, hija de Tio Enrico). Por favor no tarde tanto en darnos esos viajes fantásticos llenos de recuerdos que transportan a esas tierras de Dios. Cuidese mucho y un abrazo. Atentamente María Luisa Gómez Cázares
que bien su relato de la vida real de las personas que nombra ahi sigue el chachi, y apolonio se medo a la paz con su famili, el señor del ferocarril creo que es tejeda.
me da gusto su publicacion gracias
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