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Minatitleco
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lunes, 9 de febrero de 2009
CUENTO DE TIO TRIFON GALLARDO
Tío Güini fue famoso en el Cerro Agudo por sus salidas alegres y de gran imaginación. Pero no debería de extrañar nada lo del Tío porque el papá era “mundial”.
Tío “Trifo” cuenta que en Cerro Agudo no había güíjolos-pavos, totoles, guajolotes- y que el por azares del destino fue la persona escogida para tan trascendente misión. Resulta que en el año del caldo, cuando no había ni aracas en el rancho, andaba el con otros plebes con “los güeyes idos”, y se fueron a la sierra de Chihuahua en los límites con Sinaloa, a un trabajo que les ofrecieron por allá, para que se dedicaran a cortar madera. Todo fue muy bien al principio, pero la desgracia empezó a caer sobre el poblado madero. Entre los pinos y grandes abetos, se sentía la mala vibra de un hechicero, genio o brujo que estaba decidido a acabar con todos los pobladores con su magia negra. Este brujo había perdido un pleito contra un “zoromoico”-gigante de 10 metros de altura que protegía al poblado de taladores- a su vez este zoromoico había trabado muy buena amistad con tío Trifo, porque el tío le quitó un güichapore que se le había metido debajo de una uña del pie al zoromoico y aquel agradecido, en muchas ocasiones había cortado madera para el tío arrancando los grandes arboles con sus gigantescas manos. Pero resulta que la mujer del zoromoico estaba esperando un hijo y este se fue para lo mas alto de la sierra donde vivía su gigantesca pareja, dejando al poblado a merced del hechicero. El hechicero les puso un mal de ojo a todos los pobladores y estos empezaron a sentirse mal, lo primero que sentían-dice tío Trifo- era dolor de cabeza y muchas legañas en los ojos. Estos empezaban a ponerse colorados y a los tres días crecían tanto que se saltaban de la órbita hasta salirse y colgar de una tira blanca como tuétano. El tío andaba protegido con un escapulario que le dio su mamá y era el único que aún se miraba bien, pero le entró el temor de enfermarse también y empezó a urdir como regresar a Sinaloa, pues no había medio de transporte que lo pudiera conducir hasta su tierra. Sabía que estaba en lo alto de la sierra y que por aire llegaría pronto al Cerro Agudo, así que optó por cazar a dos pavos salvajes de los más grandes. Al estilo de los viejos indios, puso un mecate con la lazada en el suelo y jalado por una rama talixte y cotagüi de un pino joven. En dos días ya tenía tres guajolotes dos machos y una hembra de muy buen tamaño. Cortó una rama grande se hizo un pequeño columpio y en los extremos amarró a los dos güijolos machos. se los llevó a un voladero desde donde se apreciaba la planicie y asustó a los güijolos que al salir volando –planeando mas bien se fueron derechito hasta el Cerro Agudo, n había bronca pues iban de bajada. Llegando al Palmarito se le hizo que iba muy alto todavía y le dio un garrotazo en la cabeza a uno de los güijolos –adormeciéndolo- entonces empezaron a bajar serenito hasta que cayeron frente a la casa de Nato Löpez. Se soltó de las amarras agarró los animales y se los llevó a su casa como a los tres meses andaba una bandada de guajolotitos por el corral, desde entonces es un animalero en Cerro Agudo y ranchos vecinos. Lo dijo tío Trifo.
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