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Minatitleco
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jueves, 4 de junio de 2009
EL RELOJ -CUENTO-
La familia Rueda, era una familia normal de la clase media. El marido trabajaba en una agencia de carros, como vendedor. La esposa era ama de casa, y aparte de batallar con tres chamacos de edad escolar todos-primaria-, se enfrascaba en mantener limpia la casa a fuerza de barrer y trapear dos veces al día y la ropa de la familia en una pequeña lavadora automática, que todavía debían en Copel. En su cocina contaban con un refrigerador de tamaño mediano una estufa de 4 quemadores y horno incluido y en un lugar especial brillaba de limpio y nuevo, la ultima adquisición a pagos. Un horno de Micro ondas, este horno poco lo usaban , pues consumía mucha corriente eléctrica , y el alto costo de esta energía los frenaba para sacarle mas provecho al aparato , que la verdad se usaba mas como reloj , pues sus números verdes reflejaban la hora con gran exactitud y era el director del tiempo en la casa .
Estaba la pareja desayunando en casa. De repente como si algo lo jalara Cristino Rueda volteo a ver la hora en el micro ondas. ¡Mira vieja ¡-dijo casi gritando- es la hora que te he dicho que siempre y casi a diario veo automáticamente como si me hablara pa que volteara a verla. El reloj del micro ondas marcaba en sus números digitales las 10.01. Sabe porque será-refuerza Cristino- que siempre veo esos números de la hora, casi nunca veo el fregado reloj y cuando lo hago es a esa misma hora, se me hace que algo me quiere decir el micro.
Hacia 4 meses que habían llevado el micro ondas a la casa y casi desde el primer día, Cristino había visto la hora a esa hora las 10.01, al principio no le llamo la atención, pero conforme fueron pasando los días y coincidía en ver esa ahora, se le fue formando una idea que le daba vueltas y vueltas en su cabeza. No será que algo va a pasar con esos números –se preguntaba-. Al mismo tiempo trataba de formar una idea con ellos. A ver –se decía-, mes diez es octubre y 01 seria el año 2001, pero apenas estamos en 1985, que podrá pasar en esa fecha si eso me señala…mj-pujaba- no, creo que no es por ahí. Bueno el reloj marca la hora y yo agarre la manía de verlo creo que lo único que pasa es que mi reloj biológico se sincronizo con el del micro a esa hora, creo que por eso volteo siempre que marca esa hora- pensaba-. La luisa, su mujer, lo miraba muy serio y preocupado, así que como si no le importara le dice: “Sabes que Viejo, yo creo que lo que deberías de hacer es buscar ese numero en la lotería y comprarlo a lo mejor por ay va la cosa, hazme caso y cómprate tu cachito” . ¡Chingao¡ como no lo pensé antes –dice Cristino-, desde cuando que el micro me esta queriendo hacer rico y no le agarro la onda ,. Se avocó Cristino a buscar el número en las dos agencias de su pueblo sin conseguirlo. Uno de los vendedores le dijo que generalmente esos números chicos estaban en venta en el DF, que si tenía algún conocido en México se lo pidieran. Lo que traía Cristino con el número ya no era preocupación o curiosidad, era una neurosis gacha, que rayaba en la locura franca. Miraba unos y ceros por todos lados, hacia combinaciones con ellos a todas horas y en una ocasión le receto un zapatazo al micro cuando al volteara verlo este marcaba 10.01.
El primo que vivía en el DF le dio malas noticias. No encuentro ese número por acá primo creo que apenas que tú vengas pa que le dediques tiempo, aunque la verdad mejor déjate de esas ideas y olvídate del número- le remacho- . Cristino se quedo pensativo y así anduvo varios días. Había perdido peso y realmente se miraba enfermo. No viejo –dice la Luisa- tu y yo nos vamos a ir al DF hoy en la noche, mañana buscamos ese numero y nos regresamos pa estar el fin de semana aquí, te me vas a morir nomas de preocupación, por esa locura que agarraste. Ahorita le hablo a mi mamá pa que venga por los chamacos y los lleven mañana a la escuela – dijo la Luisa-. A las 10 de la noche Cristino y su mujer la Luisa, abordaron el ADO rumbo a la ciudad de México. Era un miércoles 18 de septiembre. Durmieron la mayor parte del camino, cuando entraron al DF a las 9 de la mañana, anduvieron dando vueltas, por el caos que estaba formado en las calles de la capital. Un sismo de 8.1 había causado desolación y muerte en la ciudad. Las calles estaban cerradas y el autobús los dejó en un área alejada de la terminal. Aunque estaban el zona periférica del DF los daños se apreciaban en las estructuras de altos y viejos edificios. Los llantos lastimeros de las sirenas, anunciaban la prisa por llegar a su destino con un herido mas que peleaba por la vida. Cristino y la Luisa se apearon y caminaron por las calles libres de tráfico, escuchando los diálogos llenos de angustia y desesperación de los vecinos de esa colonia popular. De pronto, algo provocó el grito desgarrador de unas señoras que estaban en la puerta de una vecindad, varios hombres corrieron a refugiarse bajo unas marquesinas, la Luisa jaló a Cristino siguiendo a la gente, cuando de un golpe duro y sordo le fue arrancada de su mano, la mano de Cristino que era aplastado por la flamante pantalla publicitaria con su gran reloj digital , que se había desprendido de la parte mas alta del edificio de oficinas . La muerte fue instantánea, Cristino no sufrió, realmente ni se dio cuenta de aquella cosa que se venia sobre ellos .La Luisa no hizo caso de la sangre de su mano cortada desde el codo, no sentía el dolor, solo se arrodillo junto al cadáver de Cristino y entre lagrimas alcanzó a leer los números del reloj digital que marcaba las 10.01 de la mañana de aquel trágico día 19 de sep. de 1985
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2 comentarios:
Excelente relato y excelente el espacio que ocupa dentro de la WEB, espero seguir leyendo sus cronicas y relatos durante mucho tiempo.
Un cordial saludo.
Guadalupe Rodriguez (Lobos de Reconfiguración)
Enhorabuena!! el relato es excelente y me ha dejado impresionada, viví ese dia tambien de viaje pero saliendo del D.F. hacia Jalapa, para hacerme una revisión anual de mi retina, al legar a Jalapa justo a asl 7:20 de la mañana me enteré de lo sucedido y ya no salí de la terminal, inmediatamente compré un billete de regreso y mi sorpresa fué ver al médico oftalmólogo en el mismo autobús, que al enterarse, salió despavorido a ver su madre que vivia en Tlatelolco, aun no se si la encontró, yo afortunadamente encontré a la mia, mi edifio quedó en pie, pero a 100 metros habia caido un hotel, no habia paso pero salté sobre las bandas de seguridad, después de andar tanto tiempo que perdí la noción solo se que al llegar, la mano que sostenía fuertemente mi pequeña maleta no podía abrirse, me costó soltarla. Esa noche la pasamos haciendo café para los rescatistas, sacaron muchos cuerpos pero habia una pareja abrazada y asi la dejaron, ya no quisieron separarse mas. Gracias por recordarme esas vivencias que marcaron mi vida.
visítame http://josiemarquez.blogspot/ y no dejes de escribir ....
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