Somos realmente afortunados los viejos que nos ha tocado vivir los agigantados pasos de la tecnología. Y más afortunados somos si sabemos hacer uso o tenemos a la mano algunos de esos aparatos que ha evolucionado al 100 ante nuestros pipisques e incrédulos ojos.
Yo que ya tengo el velocímetro en la segunda vuelta. Puedo recordar y ufanarme, que dentro del campo, me tocó ver sembrar a piquete .Hoyando la tierra con un palo puntiagudo y dejando caer la semilla en él, enterrándola con un pie. Después el uso de bueyes a quien le siguieron burros y mulas para jalar el arado. Aún con mulas ya se introducía en el campo las rastras y sembradoras mecánicas, para después meter los tractores que de charchinas han evolucionado a monstruos sobre ruedas con sus cabinas acondicionadas como si en una oficina estuvieras.
Lo mismo en la comunicación terrestre. Éramos ricos y estábamos sumamente satisfechos con contar con un burro un macho o mula (bestia) en el corral de la casa , para trasladarnos a donde nuestra necesidad nos llevara. Yo andando en el burro soñaba con una bicicleta que me hiciera más rápido y placentero mi traslado. Ya con una bicicleta el siguiente paso era una moto y no hay lugar en nuestras rancherías Mexicanas donde no haya ya una sobrepoblación de carros, si se le pudiera llamar así.
La comunicación telefónica y radial era casi nula . Un viejo radio o dos por ranchería era mas que suficiente para mantenerse informado y distraerse con las radionovelas de la época. Despues no solo había radio en las casas sino que se daban el lujo de traerlo –quienes podían- en sus bolsas , cuando se hicieron tan populares los pequeños radios de transistores. Los teléfonos empezaron a llegar a los ranchos y los celulares del tamaño de un ladrillo eran cargados por los pudientes.
La televisión entró en las casas más alejadas, y tuvo su evolución como la radio, con una o dos en la comunidad hasta tener una por cuarto, en la actualidad, dispersando a las familias pues cada quien quiere ver su programa favorito.
Los celulares se hicieron pequeños y el internet irrumpió en nuestras vidas como la luz en la oscuridad. Este nos ha cambiado la vida haciendo cada vez más cerca a los lejanos y alejando más a los cercanos. Bueno toda esta catarata de palabrería y recuerdos es porque quiero contar lo que me pasó en las Higueras hace 30 años que llevé la primer videograbadora. Una Panasonic grande y estorbosa, tan pesada que solo la aguantaba un ratito.
La dichosa videograbadora, por ser novedad, sin importar su peso la traía para todos lados grabando lo que encontraba. Un domingo se efectuó un juego de beisbol en el rancho. Jugaban Guamúchil contra las Higueras y desde que inició el juego me dispuse a grabarlo. La calidad del aparato y el alcance de su foco era realmente magnifico por lo que se lograron grabar jugadas y atrapadas, caras y cuerpos de los peloteros que ni en las grandes ligas había esas tomas. Se terminó el primer juego de la doble jornada y los peloteros locales jalaron con un visitante cada uno para darle de comer –así se estila en el rancho- y volver en la tarde a reanudar las hostilidades.
En es lapso de dos horas nos fuimos a la casa y para ver cómo había quedado la grabación sacamos una tele al frente de la casa –donde se juntaba siempre la bola de amigos – y empezamos a pasar el juego, que a pesar de estar en un pequeño monitor d 14 pulgadas, se apreciaba en todo su esplendor jugada por jugada. La raza volvió a vivir las jugadas matutinas y hasta emocionarse nuevamente, cuando llegó el “Cuatito” de Mino. Vio la bola de gente se arrimó al chisme y preguntó que si que juego era el que estaban pasando por la tele. Le dijimos que era las Higueras contra Guamúchil. Se quedó viendo un rato y de repente gritó “ si son las higueras ay tan Chano y Ray”….y agregó al tiempo que se retiraba de la bola …”Mejor me voy a verla bien a gusto en mi casa plebes “ y salió corriendo para no perderse ninguna entrada …
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