Minatitleco

Desde Minatitlan, Jaltipan Coatzacoalcos ,Cosoleacaque y demas poblados vecinos del estado de Veracruz se edita este higuereño

viernes, 24 de abril de 2009

UNA DE CAZADORES EN LAS HIGUERAS


La cacería es un ejercicio, práctica o afición que se rodea de muchas historias fantásticas. Y la mayoría de quienes la practican tienden a ser muy dicharacheros, presumidos y mentirosos. Casi todos los amigos cazadores que conozco, han matado el animal más grande, el más feroz o el más raro. En fin la cacería es un arte, y en las Higueras de los Vega, se practica desde siempre. Nosotros cuando estábamos plebes, empezamos a iniciarnos en la cacería, con arcos y flechas que hacíamos de ramas de zamo y las flechas de “jarilla”, cortados nomás en la lomita. Elaborábamos hondas con cuero y mecate de ixtle y los tiradores de ataderas,”hondillas” horquetas y amarradijos. Con estos últimos lográbamos gran destreza y empezamos a incursionar en la cacería, en el arroyón atrás den que la “chichinara”, pues desde ahí hasta la casa de tía Toña, nomás caía la tardecita y empezaban bajar palomas. Las había ala blanca, patagona y güiris. Se arremolinaban en tal cantidad a beber agua, que si tirábamos, aún sin puntería, siempre le daríamos a alguna salada que bajara en ese momento .Había buenos tiradores del rancho, entre la plebada, como Nacho “Puchas” y su hermano Leocadio. Que siempre regresaban con una sarta de palomas que hacían la delicia de la mesa en su casa. Mi hermano y yo, aunque casi nunca matábamos una, siempre nos dejábamos hechizar por el musical aletear de las palomas bajo los vainorales y siempre con la ilusión de llevar algo a nuestra casa para saborear, no faltábamos tarde con tarde a hacer nuestra luchita. Los grandes, los adultos, iban con su salón 22 a las liebres o conejos en las tierras de rastrojo, donde también abundaban estos gazapos. Ir a matar “tochis” por la noche con lámpara para encandilar, se hizo un deporte en el rancho. Desde que salías en los camino reales, no faltaba la liebre que se atravesaba, ya entrando en las tierras cultivables que rodean la ranchería empezabas a ver los brillantes ojos que regresaban la luz de la linterna y evidenciaban la presencia de una buena pieza de caza. El Güero “Mayo” vivía en la salida del rancho rumbo al Tule y su casa se encontraba ya dentro de las tierras sembradas de cacahuate. Al papá del güero como a todos los Higuereños le encantaba ir a matar liebres y palomas, por lo que en casa tenía su rifle 22 de un tiro y su lámpara minera de cuatro pilas. El Güero siempre tenía la inquietud de ir a encandilar, pero nunca lo dejaban por que aún era pequeño y como era muy cuizuqui y guerrozo mejor lo dejaban en casa. Una noche que se descuidaron sus padres el Güero tomó los bártulos de cacería, se acomodó la lámpara en la cabeza y salió en medio de la oscuridad al centro de la parcela. Ya estando retirado de su casa, prendió la lámpara y empezó a barrer con su luz las tierras labrantías en busca de los ojos brillantes de una tochi. Caminó un buen rato y la falta de práctica y lo oscuro de la noche lograron encandilarlo a él, que todo desorientado caminaba incansable buscando su preciada pieza. ¡De repente aparecieron los buscados ojos!, primero pequeños por la lejanía, pero no se negaban a la luz. El Güero sintió que el corazón le golpeaba en el pecho, fuerte como tambor, la boca se le secaba y poco a poco ganaba terreno, mirando que los ojos del animal lo delataban cada vez más cerca. El animal estaba a tiro, pero el Güero, que no sabía tirar de noche, no miraba el punto plateado de la mira. Se siguió acercando al animal, que inmóvil laceraba con sus brillantes ojos al cazador. El Güero, se fue agachando para estar a la altura de su anhelada pieza, y pecando de temerario se acercó como a 5 metros sin que aquel animal huyera. “Ya lo tengo”-pensó el Güero y echándose el rifle a la cara toma nuevamente puntería. De repente sintió algo en su hombro que lo estremeció de espanto. Era la mano de su papá que estaba sentado en el catre en el portal de la casa viendo como su plebe se retorcía, hincaba y arrastraba enfrente de el, sin mirarlo pues estaba bien encandilado, y apuntándole al “Futifais” su querido perro, quien extrañado miraba lo que el creía eran payasadas de su amo, sin saber que estuvo a un tris de que le pegara un balazo confundiéndolo con una “tochi” mientras este estaba plácidamente echado bajo el catre en su casa. Y es que el Güero bien encandilado , por su novatez, vagó por el terreno dando vueltas a la casita si saber.

3 comentarios:

María Luisa Gómez dijo...

Hola Señor Amadeo:
Me fascinan sus relatos, me remontan a mi niñez, cuando pasaba todas mis vacaciones "largas" en mi bello rancho, añoro a mi familia, a mis amigos, y mucha gente que conocí gracias a mi mamá (La Tichita). Cuando leo sus narraciones parece que estoy ahí, siento el calor de esa tierra, su olor, su textura arenosa. Gracias por escribir tantas cosas bonitas. Si fuera posible y tuviera algún recuerdo de alguien de mi familia por favor plasmelo para llevarse a mi mamá. Le recuerdo que mi mamá es Beatriz Cázares López (Tichita), hija de María Luisa López (Tía Luisita)y Enrique Cázares (Enricon). Le mando un fuerte abrazo, su servidora María Luisa Gómez Cázares

Fabiola Soto Batrez dijo...

Como siempre al pendiente de las nuevas historias que escribe, me gusta mucho la forma como lo hace me hace sentir que esuviera viendo todo en vez de estar leyendolo, saludos para usted y su familia. Fabiola S. B.

victor flores dijo...

hola x medio de tu pagina pude conocer un poco mas d higera de los vega, qusiera tambien x este medio contactar a una persona que hace como 17 años ya no supe nada de ella y me gustaria saludarla, ella se llama Fabiola Soto Batrez, por ella supe q existia este pueblo, qusiera saber su correo electronico, y vi q te dejo un comentario en tu pagina no se si sea ella, pero quisiera pedirte me pases su correo x favor mi nombre es Victor Hugo Flores Romero y soy d Guadalajara, Jal. Te lo agradecere mucho.
victorhfr2@hotmail.com