Minatitleco

Desde Minatitlan, Jaltipan Coatzacoalcos ,Cosoleacaque y demas poblados vecinos del estado de Veracruz se edita este higuereño

jueves, 30 de octubre de 2008

DEL TULE A LAS HIGUERAS ESPANTAN


De las Higueras al Tule hay unos 8 kilómetros de distancia. El camino es terracería, y se conserva aún el viejo camino real sin cambios, sin huellas de máquina que haya trabajado en el mismo, raspándolo o haciéndolo mas grande. En los tramos de arenales, pues es lecho del arroyo, sigue corriendo el agua en cada lluvia, los cercos de postes y alambre, caídos en algunas partes, bordean ambas orillas .Los matanenes se enredan en los viejos postes y dan sus conocidos frutos a los que después de pelarlos les sacábamos unos huevitos blancos y pequeñitos-semillas -. Hay tramos donde se anidan viejos vainoros que entrelazan sus largas guías entre los guamúchiles que también abundas. Caminar todo ese tramo es hacerlo abrazado por las dos cordilleras de cerros que son separadas por una cañada rica y generosa, de donde se siembran cacahuatales que visten de verde las quebradizas tierras. Al llegar a los Becos, empieza uno a subir, pues en esa área los cerros se entrecruzan, se deja el arenoso camino real para internarse en un tramo pedregoso y duro, donde se aprecian paredones laterales que indican el corte a las lomas que se van cruzando. Al rato viene la bajada y vuelves a caminar por tramos arenosos.
Ese camino lo anduve a pie desde niño. Acompañaba a mi abuela Ignacia-nana Nacha- a visitar a los parientes que vivían en el Tule de arriba. Todo el trayecto era tranquilo, pocos carros pasaban por ahí.de vez en cuando nos encontrábamos con algún labriego arreando un burro con una rastra de leña, o vaqueros gritándole a alguna manada de ganado que traían pastoreando por esas tierras. Disfrutábamos de su fauna, eso si. Muchas veces se nos atravesaba una churea o simplemente se nos adelantaba e iba caminando un rato delante nuestro. Nos recreábamos con las chararacas con sus pechos amarillos entrando en sus nidos colgantes. No faltaba la liebre que repentinamente brincaba de su sesteadero cercano al camino, a esta le apuntaba con un palo y le disparaba mil balas para cazarla. No fallaba que al ir caminando por la blanca arena, encontráramos la huella recién dejada de una culebra, a veces delgadita en otras ocasiones anchas huellas que delataban la magnitud del ofidio. Invariablemente también borraba la dichosa huella con mi huarache, para permitir el paso de mi Ángel de la guarda y si no lo hacía me incomodaba grandemente, pues siempre creímos de plebes que nuestro bendito Ángel no pasaría y estaríamos indefensos ante los peligros de la tierra.
En mas de tres ocasiones que íbamos pasando lo que se llama “puerto de suelo” , o sea subir y bajar la loma adelantito de los Becos, llegábamos a la puerta de trancas de un pequeño cerco del lado izquierdo de las Higueras al Tule. Una vez se nos hizo tarde de regreso y ya nochecita íbamos pasando por ese lugar cuando oímos el quejido largo y lastimero. Al principio pensé en algo natural, estaba plebito y no me inquieté, pero mi abuela si y me jaló bruscamente diciendo que nos apuráramos, luego la miré que se persignaba y decía no se cuantas cosas. Ya en casa mi Nana lo platicó con mis padres y mi apá dijo que ya sabían que ahí y habían matado a puñaladas a un compa de Cahuinahuato y que mucha gente decía que espantaban. Después siempre me tocó pasar de día, pero aún así en dos ocasiones más escuchamos los lúgubres quejidos, que no tenían nada de humanos.
Eso fue en mi niñez. Murió mi Abuela y mi mamá no regresó nunca al Tule, yo salí a estudiar a Guamúchil la secundaria y ahí mismo cursé la Preparatoria. Me fui a México a estudiar Medicina y seguí alejado de las tierras de mis abuelos maternos. Veinte años después andábamos de baquetones mis hermanos y yo y nos fuimos a un baile al Valle Mocorito, pistiamos un rato y como a las 11 o 12 de la noche nos regresamos para las Higueras. Todos veníamos alegres y con plática cerrada por todo el camino. Aún traíamos cervezas. Subimos el puerto a buena velocidad, agarré la curva en la troca y al salir le doy con las luces a la puerta de trancas que está en la parte más alta del terreno. ¡Ahí lo vi!, un compa se estaba revolcando en la orilla del camino , pero con la velocidad y el efecto de la curva , sentí que lo iba a atropellar, frené como pude y me bajé a auxiliar al amigo que no cabía duda o estaba bien borracho o estaba bien herido pues se encontraba encorvado quejándose lastimeramente . ¿Quién es?- me preguntó mi hermano-, al tiempo que se bajaba también con las mismas intenciones. Cuando volteamos al lugar donde estaba quejándose el compa ..¡Ya no había nadie!. Nadie absolutamente ni huella de que alguien hubiera estado por ahí, solo los grillos se oían entre los montes vecinos, empezamos a sudar y a sentir calosfríos, los otros dos hermanos que venían con nosotros ni cuenta se habían dado pues se pusieron a orinar aprovechando que nos habíamos parado. Estoy seguro que fue una aparición, un espanto , porque no solo lo miré yo , sino mi hermano también

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