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Minatitleco
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jueves, 16 de octubre de 2008
LAS VISITAS AL CHARCO LARGO
Vivir en el Charco Largo, alejados de las demás rancherías y con pocos vecinos, nos apegó mas a la naturaleza, nos hizo ser mas observadores de las costumbres de los animales, que era con los que convivíamos y de los cambios de clima, pues llegamos a vaticinar el tiempo observando a las hormigas, a los pájaros o a la nube de vapor que amanecía a veces en la base del cerro cercano. También nos volvió más sensibles y amantes de las personas, pues cuando llegaba alguien a nuestra casa nos daba verdadera alegría, ver otras caras, escuchar otras voces y saber cosas que pasaban en las Higueras o en Guamúchil. Algunas visitas eran muy conocidas y más agradables que otras.
Una de nuestras costumbres, de plebes, era ir a la puerta del cerco, que estaba en la pura orilla del camino, era de trancas largas que se metían en dos postes gruesos, a los que se les había hecho sus respectivos huecos para pasar por ahí las trancas .Nos sentábamos sobre las trancas a ver pasar los pocos troques de carga que se aventuraban en esos tiempos-alguna abarrotera, los cerveceros o refresqueros, que no faltaban- enfrente de esa puerta atravesaba el arroyo al camino real y se había convertido en una área arenosa con un piso muy blando que en muchas ocasiones propiciaba que se atascaran los carros , quedando pegados , hasta que mi padre con un tiro de mulas llegaba y los jalaba .Esta escena la vivimos muchas veces , sobre todo en tiempo de lluvias. Mi papá yo creo que rezaba para que se pegara un carro de la Carta Blanca , pues las veces que eso pasó siempre le daban un cartón de cervezas, que metía en la tina del agua de la cernada –al lado del lavadero- para tomarlas bien frías. Otras veces solo saludábamos a gente que caminaba desde el Cerro Agudo a las Higueras, pues iban a hacer sus compras de mercancía al Cerro Agudo, donde mataban res mas seguido-Chayo el Abastero-.Una vez pasó la Lipa y dos de sus hijas. Venían de compras del Cerro Agudo, nos saludaron, se pusieron a platicar con nosotros y luego se fueron a nuestra casa a tomar agua, dejando su bolsa de mandado encima de una piedra en la entrada del cerco, nosotros las seguimos , tomaron agua platicaron con mi mamá y se despidieron . Al rato se regresan y ya estábamos en las trancas jugando, llegan a nosotros y dice la Lipa, que si donde habíamos dejado el hígado que agarramos de su bolsa. Nos sacó de ondas esa afirmación, le dijimos que no sabíamos de que nos hablaba y volvieron a agarrar camino maldiciendo. Como a la semana vuelven a pasar y en forma de saludo nos dice la Lipa: “Estaba amargo el hígado tu?” …Como nos dio coraje a mi hermano y a mi , todo lo que implicaba esa pregunta, creo que nos pusimos colorados de indignación , recuerdo bien que estábamos comiendo cañas de burra –una variedad de espiga doblada que se daba en la loma colorada bien ricas-teníamos un tercio de las mismas a nuestros pies , y después de esa pregunta , como si nada nos dice la Lipa que si le dábamos cañas . Creo que esa fue la primera vez que nos portamos egoístas y nos negamos rotundamente a darle algo a alguien , ni un cañuto les dimos . Fueron las primeras personas no gratas para mi hermano Emilio y para mí, por eso cuando volvió a visitarnos a nuestra casa, para que mi mamá le hiciera un vestido a sus hijas y un pantalón a su plebe, para la fiesta de marzo en las Higueras, disfrutamos de lo que pasó. Él plebe único varón que tuvo, era de nuestra edad y lo presumía como si fuera de la realeza. Ese día estaba trabajando mi papá casi frente a la casa en un gran tajo haciendo barro para unos adobes que iba a elaborar. Una vez escarbado lo suficiente, se le echaba el agua y se le agregaba pajosos de caballo para que amarrara el barro después enlatas mantequeras se acarreaba y se llenaban los moldes adoberos quedando al sol para que secaran. Mientras se revolvía el barro lo hacían con los pies, por lo que andaban con los pantalones cortados a medio muslo, nosotros brincábamos al lodo descalzos a pisotearlo también ayudando un poquito y divirtiéndonos. Previamente a eso , había llegado la señora con los plebes y estaba friegue y friegue a su niño que no se ensuciara los zapatos “Ringo Canadá” que iba estrenando. Le llamaba la atención y casi a gritos decía los compre en Guamúchil en la zapatería de los Camacho, me costaron tanto, al rato tate quieto plebe no manches los zapatos que están bien caros, puro presumir los fregados zapatos. Cuando empezamos a brincar al lodo nosotros, se arrima el plebe de la Lipa y sin que nadie le dijera pega el brinco al lodo con los zapatos nuevecitos. Casi se desmaya aquella mujer, al ver lo que hizo su plebe, era un escándalo que se escuchó hasta Temuchina, la bronca fue , que cuando sacaron al plebito se quedó un zapato perdido en el lodo , hasta que lo encontró mi apá, estaba mas mojado los lavaron y pusieron a secar y se regresó descalzo pa las Higueras . Confieso-mea culpa- mi hermano y yo disfrutamos varios días
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