Minatitleco

Desde Minatitlan, Jaltipan Coatzacoalcos ,Cosoleacaque y demas poblados vecinos del estado de Veracruz se edita este higuereño

viernes, 10 de octubre de 2008

EL GRITO EN EL ARROYO


Ya habíamos sembrado. Ese año me tocó hacerlo en el cerco de los “mezquitillos”, y trabajaba para el Dr. Díaz Angulo, con su administrador, don Cornelio Herrera, hombre alto y de color muy oscuro que denotaba la sangre afroamericana, era además de muy buen carácter y amable con los trabajadores…Andaban, formando el equipo, Chachón- hijo de don Cornelio y muy parecido a él-, el compa Fausto - el mas viejo de la bola y de pura raza Cahíta-, indio rotundo que se aferraba a sus costumbres y no lo conseguías que montara una de las bestias de tiro que traíamos, Serafín Galaviz ,era el otro de los trabajadores que nos acompañaba en las labores de cultivo y limpieza del pasto que nacía entre la milpa y el ajonjolí-zacate güilanchi, gogónico, salado, bledo y güichapores-…Salíamos aún oscuro hacia el cerco, por todo el camino real que comunica las Higueras con el Palo de Asta , entrabamos a los mezquitios y en la tabla de la cañada a la vera del gran arroyo estábamos trabajando , llevábamos nuestro lonche que consistía en sopas de tortilla con huevo, muchas tortillas , una botella de café negro y a veces algún pedazo de queso o asadera de apoyo, los que ya disponían de su dinerito agregaban una pepsicola a la vitualla…Compa Fausto era mucho mas parco , frugal y escueto en su abastecimiento, pues su café era negro y sin azúcar, las sopas carecían de huevo solo era tortilla revolcada en manteca de cochino y a veces se permitía algunos pedazos de tomate, eso si , compa Fausto era un “chonte” pa comer chiles chipiltines, y cuando se encontraba una mata de estos la limpiaba, en esos menesteres se le quitaba lo calmado e introvertido , pues hasta parecía que lo oíamos cantar mientras pepenaba a dos manos cuanto chile se encontraba, estas matas abundaban a la vera del arroyo, parecía panino de matas.
El arroyón , bajaba de los cercanos cerros que se perfilan hacia el norte de las tierras donde andábamos , bajaba alimentándose de afluentes múltiples , que engrandecían su cause hasta hacer un pequeño rio , que en tiempo de lluvias intensas era sumamente caudaloso .Su cauce no se secaba nunca siempre había corriendo abundante y cristalina agua que saltaba entre las piedras murmurando alegremente, era visitado por la fauna existente en la región , por las mañanas y tardecitas las palomas ala blanca doblaban las ramas de los arboles de donde descendían a beber el preciado líquido. Venados, jabalíes, zorros y en varias ocasiones se encontraron huellas del león americano, que más de una vez pegó sustos a los habitantes de las Higueras que bajaban al arroyo cuando el rey calmaba su sed…Nosotros también usábamos el agua del arroyo para beber , pero lo hacíamos de unos pozos cavados ex profeso en la húmeda arena y un poco alejado de la corriente contaminada por excremento de tanto animal, cuando trabajábamos en esa cañada , se nos terminaba el agua de nuestros bules y nomás caminábamos un poco, bajábamos al arroyo y nos surtíamos del preciado líquido …Al entrar al arroyo , entrabas a otro mundo , estaba bordeado por vegetación alta y profusa que se juntaba en lo alto las de ambas riveras formando un domo que evitaba entrara el sol, inmediatamente se sentía el calor y la humedad como si en un sauna estuvieras , el silencio del lugar solo se rompía por el agua al correr o caer en pequeñas cascaditas , alguna cigarra desperdigada o el canto de una “coa”.
Se llegó la hora de la comida, cada quien sacó de su morral sus bastimentos, hicimos una rueda y al centro pusimos los alimentos para que pudiéramos agarrar del que quisiéramos ,comíamos y platicábamos …El tema era el grito espantoso que se dio una noche en las Higueras y que se aseguraba fue el diablo , el miedo le daba un amargoso sabor a la comida…Compa Fausto entró a la plática y con apenas un mormullo , nos dice que el grito se originó en esta parte del arroyo , la mas oscura y cerrada y que estaba enfrente de nosotros, se cambió de tema , terminamos de comer y a tomar agua ,como la mañana estuvo movida por la chamba y el calor era de mas de 40 grados en la sombra , el agua se nos fue como ídem , nos dimos cuenta que los bules se secaron y me mandan a mi-por ser el mas chico- a llenarlos en el arroyo que estaba como a 50 metros de nosotros…Caminé por la cabecera de la siembra agarré la guardarraya y llegué a la orilla del arroyo , rodee unas ramas de güinolo a la que le colgaban dos bitacheras de los alazanes , bajé por un barranquito que a la vez era la vereda para llegar al arroyo cuando mas tranquilo iba, el silencio se partió intempestivamente por un grito desgarrador que se encajonó en el túnel de los arboles y resonó como trueno de tormenta, sentí que no era yo el que oía eso , sentí que soñaba , no era posible el grito del que tanto hablábamos en las platicas de espantos , el grito del diablo en frente de mi , mi pulso se aceleró y quise gritar pero sentí que no lo lograría , estaba empanicado ,realmente viviendo una pesadilla, no se que hubiera hecho –correr , perder el sentido no se que- si no aparece frente a mi un plebe corriendo y repitiendo el grito que en ese momento hasta vi que salía de su boca , estaba llenando también un bule en el arroyo y lo arrebataron a piquetes unos jicotes-abejas gordas y bravas que están enterradas –le picaron como 10 y esa fue la causa de sus gritos …Las malditas casualidades ,yo que iba motivado por el espanto , me acuerdo y no me da risa sino siento el calosfrío que sentí ese día.

1 comentario:

Anónimo dijo...

es un gusto leer estos recuerdos suyos, los cuenta muy sabroso.