Minatitleco

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lunes, 7 de julio de 2008

DURAN EN LAS HIGUERAS


Valentín Román, fue un emprendedor y visionario agricultor. El se hacía llamar Coronel-pues decía que en el ejercito revolucionario tenía ese grado cuando la bola terminó-La gente lo llamaba el “coronel” o el “güero “Teo .Era muy blanco, con los ojos azules como un lago tranquilo. Su carácter era sosegado y se llevaba muy bien con los vecinos en las Higueras, con los chamacos le gustaba mucho bromear y como era muy obeso tenía unos pechos ginecoides, amenazaba a la plebada diciendo que les iba a dar “chichi”.Ya de viejo se arrejuntó con la Chabela Valdés-del Tule de Arriba- y tuvo tres hijas y dos varones.
Siendo un hombre muy trabajador y teniendo buenas extensiones de terreno, canalizó para regar varias parcelas siendo pionero en el rancho en la plantación de tomate.
Siempre tuvo trabajadores a su servicio, gente del rancho conocida toda, sin embargo, fue un hombre de la sierra cercana al que llevó a vivir a su casa ,para que se encargara de las actividades domésticas mas pesadas ayudando a su joven esposa. No recuerdo el nombre completo de este señor, lo conocí solo por Durán. Duran tenía el cuerpo de estatura mediana, su cutis era del color chapeado característico de la gente de la serranía, donde el clima siempre era frio. Algo que lo caracterizaba muy bien era su andar, de trancos largos con un ligero balanceo, parecía que andaba siempre en las veredas empinadas de su pueblo. Lo mas característico de el era su hablar, lo hacía como si su voz saliera de una profunda caverna con un dejo gangoso arrastrado. Era de origen muy pobre, y bajar a las Higueras lo había puesto en contacto con la civilización –rústica pero más avanzada que en su tierra-.Ahí conoció los carros y los tractores, aunque no lo conseguían que se subiera a ninguno.
El Coronel murió de viejo y Durán permaneció al servicio de la viuda .Todos en la casa le tenían cariño, aunque no dejaban de verlo como un sirviente a quien muchas veces le celebraban sus “burradas”. Los muchachos crecieron y conforme lo hicieron, le perdían respeto a Durán, al que empezaron a mandar-sin el tacto de su viejo patrón- crenado un resentimiento en el viejo “sierreño” que cada vez que tenía oportunidad los denostaba.
El estar viviendo tanto tiempo en la casa y ser el único hombre mayor en la misma, junto a una viuda joven, le hicieron crear grandes expectativas acerca de una posible relación entre el y su patrona Doña Chabela, empezó jugando en su mente y conforme pasaba el tiempo veía mas factible su ilusión. Andaba trabajando la parcela, que colindaba con un sobrino de la Chabela-que también andaba trabajando la suya- y quien, por cierto no le caía nada bien a Durán, coincidieron en la punta de la parcela y en un arranque de valor le pregunta Durán al sobrino de la patrona.
-“que te parece Rorró-así le decían a Humberto-si le “aclaro el agua” a tu tía Chabela?”
Al Rorró eso no le importaba, por lo que sin pensarla mucho le respondió.
-“Acláresela no hay problema”
Todavía –ya en confianza- le dice
-“Es que no se por cual decidirme si por la vieja o por la nueva –la hija menor que estaba muy gordita – porque la Americana-así se llamaba la plebe- cada que pasamos por la puerta se me repega mucho”.
“Uste acláresela no sea pinche” –remata el Rorró-
Al fin de semana se emborrachó y decía al que lo quisiera oír.
-“Ejos hijos de la Chabela no jirbe pa naja ñiuno y he los digo rejio y quedito, que se jalgan de la jeibita pacá a ver de que jundio sale mas mierda”.Ejo ji el hijo del Chino el Rorró, eje si ej hombre”.
La historia termina cuando el Durán le “echa los perros” a la patrona , y esta lo corre con cajas destempladas.

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