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Minatitleco
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lunes, 7 de julio de 2008
LA MEJOR COLEADA EN LAS HIGUERAS
Jacinto era muy tímido, ya tenía 25 años y no se le conocía novia. Físicamente no era mal dotado por la naturaleza, pues era alto, delgado, ligeramente encorvado, con mirada lánguida en sus glaucos ojos. Su cutis se apreciaba ligeramente marcado, por las huellas de un acné juvenil severo. Bigote incipiente, nunca se lo había rasurado, lo que permitía que sus pelos se mantuvieran delgados y de color castaño claro. Su corte de pelo era como la mayoría de los jóvenes de esa época, patilla bien marcada y rasurado en la nuca-era todo lo que el sombrero de palma dejaba ver-.Trabajador era, pero se había inclinado desde chamaco por los caballos, logrando dominar el difícil arte de la equitación, eso lo hizo muy buscado entre los ganaderos de la región, convirtiéndose en un vaquero muy apreciado, por bueno y responsable.
Jacinto tenía un amigo entrañable-Chuy Lugo-.Este era chapito, moreno, lampiño, pelo muy lacio y grueso, negro y brillaba con el sol, demostrando la buena salud de su propietario. A pesar de que Chuy no era un adonis, tenía todo lo que Jacinto deseaba,. Era entrón, tenía mucha labia con las mujeres y a la edad de sus 25 años se podía decir que basta experiencia en las artes amatorias. También era vaquero como su amigo Jacinto, y en las largas jornadas que se hacían de las Higueras a las “Cabezas” arriando ganado o en las campeadas, en las que se perdían del rancho hasta tres noches seguidas, buscando entre los cerros a alguna vaca extraviada, Le platicaba a su amigo las aventuras amorosas y pasionales con plebes conocidas.
Jacinto dejaba volar su imaginación y soñaba que la dulcinea mas preciada y bella de la ranchería, caía en sus brazos, cuando llegaba, el, como centauro al portal de la humilde vivienda. Soñaba que a su alazán le salían alas y se remontaba sorteando nubes, a parajes idílicos y solitarios donde degustaría la miel virgen de los labios de la doncella elegida. Pero todo quedaba en sueños. Su carácter introvertido y su cohibida actitud no le permitían ni siquiera insinuarle a alguna plebe sus deseos, aunque como amigo se llevaba bien con varias chamacas, sobre todo con la Eva , la mas bonita de toda la plebada que el había conocido y de quien su amigo Chuy estaba secretamente enamorado. La Eva era de gran estatura-para ser mujer- pasaba de 1.70 m. blanca, ojos como miel y cuerpo juncal que se reducía peligrosamente en la cintura, al grado de que parecía que en cualquier momento se quebraría de ahí.Su risa argentina, la llevaba grabada en su mente , junto con aquella mirada coquetona que la Eva repartía para todos lados.
Chuy le pidió a Jacinto que le hiciera “la pala” con la Eva. Y el le cumplió al amigo hablándole a ella –cada vez que se miraban- de lo mucho que Chuy la quería .Le puso tanto interés al cortejo de la plebe para su amigo, que la lengua se le desataba y como limacoa se deslizaba a veces suave y otras fuerte enrollándose entre alegorías, prometiendo pasiones y emociones-guardadas en el- de parte de Chuy. Tanta fue la labia de Jacinto –el tímido- que la Eva ya se le hacía tarde para estar con Chuy. Después iba y le contaba a Chuy lo que la Eva quería y deseaba, convenciéndolo de que la chamaca estaba deseosa de irse a vivir con aquel ser que le había pintado Jacinto.
Se planeó todo. Ese domingo en el baile la Eva se fugaría con Chuy. Este apagaría la luz de la enramada y Jacinto, en su caballo, la trasladaría hasta el Palo de Asta, donde seguiría en brazos del amado a su nueva vida.
Jacinto ese día andaba muy nervioso y de mal humor. Estaba decidido a ayudar a su amigo hasta el final de la aventura y no se rajaba, pero le dolía pensar que ya no estaría con la Eva, que las gratas pláticas, donde el tiempo se contraía y volaba ta rápido, ya no se repetirían, su corazón sangraba en secreto, pues se percató –tarde- que todo lo que le decía a la Eva, nacía de su corazón, y que la amaba con un amor tan grande que estaba seguro no se repetiría jamás con nadie. Eso lo hacía sentirse mal, pero la fidelidad al amigo y la fuerza de sus convicciones le dieron los arrestos para terminar la obra.
En la tarde la vio a lo lejos un momento cuando ella le aplaudió, al son de una Diana que tocaba la banda, cuando Jacinto en forma diestra arrancó tras el torete y encimándole su caballo toma la cola del miura se la enreda en la muñeca le pasa su pierna –haciendo palanca- y tumba espectacularmente al novillo entre la polvareda y galope de los demás caballos. Ya en la noche, platicaron fugazmente y afinaron detalles nimios de la fuga. Volvió el dolor .La Eva estaba radiante, sus ojos grandes como la luna llena de esa noche y su labios carnosos y húmedos lo enloquecían. No había marcha atrás, se colocó estratégicamente cerca de ella, al lado de su hermana y de su mamá .La luz se fue, y se escucha una exclamación de asombro, tarda un poco el fiestero en ir a ver que pasaba, cuando la luz se hizo la Eva y Jacinto ya iban en la higuerita de los novios a toda carrera en el alazán, que brioso relinchaba de gusto.
En unos minutos llegaron al Palo de Asta .La casa donde se haría la entrega de la chamaca, estaba sola, se bajaron esperaron media hora, una hora, dos horas y Chuy no llegaba, y no llegó, pero lo que tenía que pasar pasó con Chuy o sin Chuy. Después cuando se volvieron a ver Jacinto y su amigo, fue que le platicó como todo había salido tal como lo habían planeado la Eva y Chuy. “sabía que no te ibas a animar nunca a declarártele por eso te hicimos esa jugada Jacinto ahora ya están casados y no sientas remordimiento, pues yo nunca la quise y ella nunca me quiso a mi sino a ti , así que un fuerte abrazo y que sean felices”.
Así fue el matrimonio de Jacinto y la Eva los abuelos de mi compa Jacinto allá en las Higueras de los Vega.
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