Minatitleco

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martes, 24 de junio de 2008

LA SANDIA DEL GUAYABILLA


Ramón Cervantes Lugo alias el “Guayabilla” , primo segundo mío , nieto de mi tío Toño “sanso”, quedó huérfano de padre , siendo aún muy pequeño. Creció en el rancho casi sin cuidado, andaba bichi de plebe y se fue haciendo fuerte con los golpes y las caídas.
Se las urdió en la vida para satisfacer sus necesidades, y como las carencias aguzan el sentido, el guayabilla se hizo listo y rápido de mente y piernas.
Se juntaba con plebes más grandes, aprendiendo de ellos lo bueno y lo malo. En la escuela se liaba a golpes con el que se le pusiera enfrente sin temor a salir con la nariz rota-lo que sucedía muy a menudo. Era un “entrón” –dicen en las Higueras-pero era muy cuisuqui y daba mucho cosijo con la plebada.
Rodó en diferentes chambas. Les metía muchas ganas pero luego perdía el entusiasmo y le buscaba por otra parte.
Se juntaba con los plebes –los primos del rancho-que andaban en las corridas de la sandía. Así fue como llegó una vez a la costa de Guasave, al ejido Roberto Barrios donde anduvo de “pichador” de sandías-, pues no conocía el trabajo-ni la sandía madura para ser cortador-.Como el oficio ese se le hizo muy duro y mal pagado –el quería ser jefe de cuadrilla- le buscó y se fue a otro ejido donde estaban solicitando un jefe de cortadores de sandía.
Con la seguridad que siempre externaba, llegó ante el dueño de la huerta de sandía y le dijo, que el quería la chamba de jefe de cortadores y por eso había viajado desde las Higueras-cuna de los mejores cortadores de sandía de el noroeste de México hasta la Unión Americana-para hacerse del trabajo.
El dueño de la sandía se apantalló con el origen de aquel pelado de segura presencia y buen hablar, y nomás como mera rutina-ya que supo que era un Cervantes de las Higueras ,y de ese rancho los Cervantes son garantía de saber el oficio-le dijo a ver que tanto conocía de la fruta.
-Pues demuéstreme que usted sabe cuales sandías están maduras, tres cuartos o de plano verdes.
El “Guayabilla” ni se mosqueó y con toda su cara dura –como estaban en plena huerta – le dice al que sería uno de sus cortadores
-Córtame esa sandía- señalando la más grande pues creía que esa estaría sin duda bien madura- y pártela.
El cortador, corto la sandía la puso en medio de todos los que ahí estaban-dueño y cuadrilla que iba a jefaturear el “Guayabilla”- la partió y la sandía salió tiernita ¡bien verde! .El perdulario muchacho al instante le dice al cortador. ¡No quiero que me cortes ninguna de esas! . ¡Puras maduras quiero! Y a darle que es mucho lo que hay que hacer.

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