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Minatitleco
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viernes, 27 de junio de 2008
LA SUERTE DE RAFAI
Rafai andaba diario por ese camino real que unía las Higueras con el palmar de los Sepúlveda, y comunicaba en el trayecto a la entrada de todos los cercos desperdigados a ambos lados. El camino además era en gran tramo arroyo donde se juntaban arroyuelos que bajan de lomeríos distintos .Estaba el camino en la parte del arroyo ,desgastado por las corrientes centenarias, haciendo a cada lado altos paredones y el lecho del mismo gruesa capa de arena blanca. El camino es angosto, pero cabe un carro no muy grande y en aquel tiempo, solo transitaban carretas jaladas por bueyes. En la parte alta del paredón y a veces en sus caras, surgían cactus de diversas variedades, pitayas de diferente tamaño, nacidos y choyas. Los arboles mas frecuentes que sombreaban la rúa eran “torotes” con sus típicos tallos color durazno, llenos de capas finas , como piel ,que parece se están siempre despegando del árbol .Palo pinto, mautos altos , algunas amapas y mucha vara blanca que se entrelazaba con los postes de Brasil y el enmohecido alambre de púas.
Ese año sembró al partido con el dueño del terreno, y para su desgracia el ajonjolí que era envidia de la gente que pasaba y que prometía por lo menos 30 sacos de a 100 kilos, fue arrasado por los vientos del ciclón que azotó esa temporada. Quedó todo tirado y dobladas las matas .Cuando se llegó la cosecha tenían que cortar en la noche para que no se les tirara la semilla y ni así logró recoger la mitad de los que se esperaba. No quiso ir ni siquiera a la fiesta del Cerro Agudo, siendo que el no se perdía ni un año desde que tuvo memoria. Pero Octubre para el era de chamba y tratar de salvar lo mas que se pudiera de su maltrecha siembra.
Una calamidad no llega nunca sola. Cuando mas atareado se encontraba con el corte de ajonjolí, el rafailito que apenas cumpliría 3 años el 18 de diciembre, se cayó dentro de la noria que estaban cavando al fondo del corral, afortunadamente fue sacado a tiempo y lo llevó con “Chico” al Cerro Agudo, pero este se lo mandó al Dr. Díaz a Guamúchil para que lo internaran. Si “Chico” lo mandaba , es que realmente lo requería, porque aunque no estudió para doctor por Dios que sabía mas que muchos que si se habían recibido-Rafai le tenía mucha fe a Chico desde que le quitó los calenturones que le daban con el paludismo, aquellas calenturas que lo lanzaban a un pozo profundo , hondo y oscuro ,pa de repente sentir que andaba en las alturas y capeándose de unas bolas de colores que se le venían encima y cuando casi lo iban a aplastar se convertían en pequeñas catotitas con las que podía jugar, luego empezaba a sude y sude hasta morirse del frio. Todo eso se lo alivió Chico y casi ni les cobraba nada por atenderlos.
Esto pensaba Rafai al tiempo que cargaban en la carreta los pocos sacos de ajonjolí que cosechó. Ahí mismo, en el cerco, le hizo cuentas el patrón y le dijo que aún le salía debiendo como 500 pesos. Ante estas injusticias, Rafai montó en cólera, se peleó con el patrón y no quiso subirse a la carreta para regresar al rancho. Ya que calculó que el patrón había caminado lo suficiente con la carreta, y que el había logrado sosegarse un poco, emprendió el regreso caminando, imbuido en sus pensamientos y pidiéndole a Dios con toda su alma que no le pasara nada a rafailito, que por dinero no había problema, pues se iría para la costa a la pizca de tomate con los “chichinaris” que todos los años hacían reenganche de gente hasta que el troque de Luisón se pandeara.
Cerró la puerta del cerco, agarró camino pa las Higueras, pasó la puerta de la “higuerita”, miró unos racimos de aguamas que estaban amarillando, se subió al paredón como pudo y cortó dos-bien tatemadas las van a disfrutar mis plebes, se dijo, - Siguió el camino mirando la fresca huella de la carreta, observó que esta había arrancado una piedra de la cara del paredón en un momento que las ruedas se habían pegado mucho al mismo. Trató de colocarla en el mismo lugar y ¡sorpresa!..En el hueco que dejó la piedra arrancada por la carreta se apreciaba un tepalcate grueso y viejo y dos monedas grandes y brillantes que no cabía ninguna duda eran de ¡oro!.Rafai se paralizó primero, después sintió que estaba soñando se salió por un instante de la realidad, pero poco a poco recuperó la cordura y empezó escarbar el lugar, que le derramo sobre sus pies una incontable cantidad de monedas .Todos eran centenarios, lo supo después cuando llevó las primeras dos al Banco en Guamúchil y le dieron por ellas, lo que la cosecha completa no le hubiera dado.
Desde entonces se trasladó con toda su familia a Guadalajara, donde actualmente vive, dueño de cuatro bodegas en la central de abastos, donde compra las mejores frutas y verduras para surtir a la región. Rafailito salió muy bien y ahora es Ing. Químico, los otros tres plebes ya lo llenaron de nietos, y cada vez que lo quieren escuchar cuando esta sentado en su mecedora al lado de su vieja ,les cuenta cuando se encontró el tesoro por irse a pie atrás de la carreta.
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1 comentario:
Pala, qué suertudo el compa, y qué chida historia.
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